martes, 27 de marzo de 2012

FRANCISCO TORRES. «El Indio». Caballista de Corazón y honra

Francisco Torres "El Indio"

Caballistas de Leyenda
FRANCISCO TORRES. «El Indio». Caballista de Corazón y honra

Morety 2012./ Francisco Torres Martínez, más conocido como «El Indio», nacido en Caravaca de la Cruz el 17 de enero de 1943 en el seno de una familia numerosa, seis hermanos: José, El Habitación, Pedro, El Zeperito, Antonio, Carmen, Josefa y él, Paco, su padre Antonio y su madre Antonia, todos ellos formaban la familia HABITACIÓN. Vivían, y allí nació él, en el Callejón de Chirinos, siendo vecinos de Los Viñas, de Antonio, «El Curioso», Pepe Valera, trasladándose posteriormente al Cabezo, donde su hermano José y él hicieron una casa. Actualmente reside en Alicante pero tiene su segunda residencia en la calle Humilladero, nº 8 de Caravaca. En el año 1962,  se fue a Benidorm, donde trabaja por temporadas, seis meses y regresaba a su ciudad, pero hace cuarenta y dos años fija su residencia en Alicante aunque nunca ha faltado a las Fiestas Patronales, siempre ligado a los Caballos del Vino, siendo fundador en el año ochenta de la Peña Dandy, hoy día Dandy-Centenario, puesto que se fusionaron en las fiestas del 1996 y 1997.

Francisco Torres, tercero de derecha a izquierda
Sus primeros recuerdos relacionado con los caballos es de cuando sus hermanos le pidieron una colcha de novia a una vecina de Los Ciruelos, que no quería dejarla y que al final se la dejaron, también recuerda que se juntaban días antes de las fiestas siete u ocho amigos, hacían unas patatas gitanas y acordaban de lo que encargaría cada uno de pedir para poder vestir al caballo el día dos, puesto que entonces todo era dejado. No olvida la arroba de vino que se daba a los participantes, de la cual, en unas botellas pequeñas de gaseosa, de la marca D. Gonzalo, el día tres de mayo se repartía y se le llevaba junto a la prenda prestada para vestir el caballo a los propietarios, según lo que se acordaba con ellos previamente, al que prestaba el pañuelo, la faja, la colcha….., esto se realizaba como una ceremonia ya que ese vino era muy apreciado por la gente puesto que estaba bendecido por la Stma. Cruz. El sobrante se lo bebían los participantes junto  lo que cada uno podía aportar, fritada, patatas, etc…

A la derecha Francisco Torres
Retiene en su memoria que eran muy pocos los caballos que salían a la calle y que eran las bestias de labranza de la zona, como ya hemos apuntado en más de una ocasión cuando hemos hablado con «Caballistas de Leyenda». Destacar que muchos de esos caballos que salían el día dos de mayo habían estado labrando a las primeras luces del alba. Lo que más buscaba la gente eran yeguas, como la de Los Chavos,  la del Lagarto, etc…se daban capones por ellas. El Tinez, El Arturo, su hermano José, el Zeperito y los Calamañas eran como una piña, con el caballo de Los Ciruelos, entonces junto a este recuerda al caballo del Hoyo y al de la Calle Larga, cuando el contaba con doce años. Paco nos habla de las peleas que existían para conseguir un caballo, no como ahora que es al que más paga, entonces era a cambio de meriendas o un arroz al dueño del caballo.

No olvida que un año, que cree que daban quinientas pesetas, fueron a llevarle el caballo a D. Miguel Robles para que lo viera y una hija de La Cereza, que su hermano salía con el caballo le dijo «mire usted haber si nos da el premio que no tenemos ni para pantalones que los llevamos remendados», creando esto gran polémica puesto que se llevaron el premio, no recuerda si fue el caballo del Lagarto o el de Los Chavos.

¿Cuándo sale por primera vez en Los Caballos del Vino?
En el año 1975 salgo por primera vez con ropa nuestra, con Mariano, el Faralá,                                     Luis el Jalea y el hermano de Mariano Faralá, la yegua era de Javier Abarca, que estaba en su finca, a las faldas de la Cueva de los Negros, y su yerno, El Grillo, era el que nos la dejó dos años seguidos, yegua que era muy pequeña pero que tenía mucho nervio, fíjate que un año se nos escapó del Hoyo, al oír un cohete, y se fue ella sola hasta su cuadra, teniendo que subir el dueño a por ella Las Peñas no existían, tan solo íbamos los caballistas con cuatro de la familia y algún amigo detrás, no había presentaciones, etc…Las comidas las organizábamos entre nosotros. La Cuadra era de mi abuela, estaba en el ancho de los Ciruelos. Todos estábamos pendientes de las novias que se casaban puesto que anhelaban el obtener la colcha más bonita y vistosa para los Caballos del Vino, había muchas que no querían dejarlas por si se rozaban o estropeaban, aunque al final alguna amistad intercedía y se conseguía.

¿Cómo se organizaban antes de las Fiestas?
Nos juntábamos un mes o veinte días antes, puesto que entonces como todo el mundo era albañil o trabajador de la huerta, nos juntábamos en las tabernas del Tío Garranpón, que se encontraba frente la Ermita de Santa Elena, nosotros y los del Hoyo, y en la taberna de la Tía Bullera los de la calle Larga. Lo primero que se miraba era la yegua y se empezaba a pensar en lo que necesitábamos y quien podía tenerlo para el que tuviese más amistad lo pidiera.

¿Cómo comenzaba la mañana del día dos?
Dos de Mayo
Cuando se vestía el caballo lo que se almorzaba eran cuatro rollos, anís y mistela y las mozas del pueblo tenían gran ilusión en ir a verlo vestir, al igual que las familias de los que sacaban el caballo. Sobre las seis de la mañana se comenzaba con el ritual, donde habían muchas complicaciones a la hora de vestirlo puesto que no se contaba con la facilidades de hoy día en que todas las piezas están predeterminadas y preparadas, había mucha improvisación.

¿Cómo fueron los principios de la Peña Dandy?
La Peña Dandy puso muy caro el bordado, no de precio sino de, puesto que fuimos los primeros en salir a Lorca a que nos bordaran las piezas. En aquella época era impensable el gastarse dos millones o dos millones y medio en un bordado y nosotros lo hicimos en el año ochenta.
A nosotros nunca nos ha faltado la música en las fiestas y durante todo el año hemos estado muy unidos, puesto que organizábamos comidas todos los sábados.
Fuimos los primeros en realizar los pasacalles con banda de música al finalizar el desfile del día dos de mayo por la noche. Un buen amigo mío de Alicante fue el que pago la primera banda, una con reconocido prestigio por aquel entonces: Los Claveles. Recuerdo una anécdota que sucedía en la tarde del dos de mayo donde la Guardía Civil quería pararnos y no dejarnos pasar, en aquel momento el que fuera alcalde de Caravaca, D. Pedro García Esteller , les dijo que nos dejaran pasar a nosotros delante de la procesión, le unía a nosotros una gran amistad, siempre lo tendré en mi recuerdo.
El primer refugio de este Peña estuvo en el bajo de la entonces cafetería Cervantes en el barrio de El Cejo. El primer año trajimos a unas chicas de Orihuela para hacer strepteasse.
La Peña Dandy-Centenario siempre ha sacado espectaculares caballos, obteniendo un triplete en caballo a pelo, con un caballo de Toledo ya fallecido. Recordar también el caballo de Antonio Martínez con el que también conseguimos dos primeros premios. También hemos logrado varios segundos premios
La Peña Dandy-Centenario siempre se ha gastado mucho dinero en las ropas pero no hemos sabido venderlo e incluso hemos fallado en las votaciones.

¿Cuales eran en aquel entonces las Peñas con la que competía el Dandy?
Uno de Mayo
El Terry siempre ha estado ahí, el Sangrino tenía mucha fuerza también puesto que eran un gran número de socios.  
Recuerdo la gran armonía que existía entre caballistas, hoy veo también amistad pero no tan sana como entonces ya que denoto algo de envidia entre unos y otros. Antes tan solo con vernos vestidos de caballistas y con nuestros caballos sentíamos alegría, nos fundíamos en emotivos abrazos, era como un reencuentro de un año para otro.
Creo que la Peña Dandy no ha sido del todo valorada, al igual que pasa en la actualidad con la Peña Dandy-Centenario, aunque nunca nos hemos quejado, siempre hemos recogido el premio que nos han dado y nos hemos ido sin protestar, fuera justo o injusto.


Hemos de reconocer que la Peña Dandy tuvo problemas en la vestimenta del manto, rara era la mañana del dos de mayo que no se le caía alguna pieza al caballo antes de subir al Castillo.

¿Cómo vive Paco el día uno de mayo?
Lo veo con más fuerza, con más preparación, con más ilusión que el día dos. A mi me gusta mucho el día uno, me gusta ir a recoger el caballo, ese gusanillo que te produce es un sin vivir, corriendo para todos lados pero viviéndolo con gran emoción. Es muy bonito preparar la exposición del manto, aunque a veces haya que sortear algunos obstáculos que siempre se superan, como por ejemplo un año que tuvimos que subir en la misma tarde hasta tres veces a Lorca porque faltaba por terminar una pieza, o cuando expusimos en el Aula de Cultura de Cajamurcia y no obtuvimos el primer premio porque ese día uno nos faltaban dos piezas en la exposición, al día siguiente tuvieron que subir a Lorca a por las piezas Cesar y Antonio Martínez trayéndolas a las nueve y media de la mañana.

¿Y el día dos?
Antes lo vivía mejor que ahora. Yo te explicaré, ahora va todo hecho como un guión predeterminado entonces no era así, lo primero que se hacía era el almuerzo, era sagrado, que no era nada del otro mundo: queso, habas, pan y vino, esto se hacía en la Glorieta, cada uno tenía su sitio y era el que ocupaba. Entonces tras esto corríamos las calles pero libremente, no en procesión como ahora. Yo llevaba el caballo a casa de mi novia, el otro a casa de su madre, etc…Siempre se sabía la hora a la que se tenía que estar para subir al Castillo, a la una del mediodía. No nosotros solos, lo hacía todo el mundo. Añoro la gran alegría y satisfacción que me daba el llevarle a ver el caballo a mi abuela. Cuando esto era así las personas a las que les llevabas el caballo te convidaban a lo que podían, unos rollos, una copita de anís, de mistela, que la vendía la Tía Pelá en la Canalica.
Podría decirse que esto hoy día es un escaparate móvil, donde la gente está y el escaparate pasa. También reconozco que hoy día, con sesenta caballos en la calle, si cada uno tomara un giro sería un descontrol, hay que entender que los tiempos cambian y hay que adaptase a ellos aunque yo añoro aquellas pequeñas cosas.

¿Cómo era la Carrera de los Caballos del Vino?
No tiene nada que ver con lo de hoy en día. El festejo ha evolucionado a pasos agigantados, antes no tenían porqué subir los cuatro, con dos se podía hacer la carrera, lo intentaban los cuatro, pero si subían tres o dos no pasaba nada, incluso se aligeraban los caballos, se le quitaba la colcha para que el caballo fuera más ligero. No corrían todos los caballos, corrían los caballistas más jóvenes con los potros, las yeguas no lo hacían. A los que más sangre he visto yo en la Cuesta correr han sido a los Cebollas. Hoy en día han tomado una fuerza impensable, nada más tienes que dar una vuelta los fines de semana por los caminos y ver durante todo el año como se preparan los jóvenes con sus caballos, algo que hacen y mantienen con gran ilusión. Aunque la forma física y la preparación de los caballos viene bien, el día dos de mayo depende de una gran serie de factores en la Cuesta, sobre todo la suerte, ya que en los ochenta metros puede pasar de todo.


Háblanos sobre los bordados actuales.
Más que se ha hecho no se puede hacer. Este año pienso que el nivel de algunos caballos puede bajar, debido a la crisis, puesto que creo que antes que la fiesta está la casa y algunas peñas han visto mermado su número de componentes por lo que el nivel de bordado pienso que será menor.
Antes nos las ingeniábamos para conseguir dinero de donde fuera para conseguir sufragar los gastos y lo que faltaba lo poníamos los socios., esto es algo que se ha perdido en parte puesto que se tira más de bolsillo.
Lo único que queda es el diseño, pero si haces un gran diseño y no tienes dinero para un buen bordado ya me dirás.
Por el contrario lo que cada vez va más hacia arriba son las carreras de los caballos, todas las Peñas están formadas por gente joven, son la nuevas generaciones de caballistas, son peñas con muchos componentes, algunas incluso llegando a las trescientas personas con cuotas muy asequibles para ellos y que no invierten en grandes mantos, anteponen la fiesta a esto.

¿Qué te parece la creación del Museo de los Caballos del Vino?
Me parece extraordinario. Esta reivindicación, y finalmente logro, era algo prioritario para la conservación de ese gran patrimonio que tienen Los Caballos del Vino. Un Museo en el que podremos ver el legado de nuestros antepasados y nuestros futuros caballistas el nuestro.

¿Qué echas de menos de tus fiestas de antes?
Sobre todo la diana del día uno de mayo, que se quitó porque a ella asistían las personas que habían estado durante toda la noche en la celebración de las Migas.
Para mí era en ese momento cuando comenzaba la fiesta, con aquella espectacular diana.

¿Qué no te gusta en las Fiestas?
Más que quitar yo animaría a que se bebiera menos, tal como ya se viene haciendo. No es necesaria la bebida para disfrutar plenamente de las Fiestas, así se pueden saborear todos y cada uno de los rituales que se realizan en torno a nuestra Stma. Cruz.
Intentaría también mejorar el tema de los parones, que hubiera más fluidez en la mañana del dos de mayo, se que es difícil pero con el tiempo, entre todos, lo conseguiremos.

¿Qué es para ti lo mejor de las Fiestas?
Para mí, en llegando el día treinta parece que me quitan años, me transformo. Cuando llego a mi Caravaca a pasar los seis días de fiesta no puedo compararlo con nada porque aunque de caballista finalizo el día dos, sigo participando bajo palio, el tres y el cinco de mayo, acompañando a la Vera Cruz.
Menciónanos personas que te han marcado en los Caballos del Vino.
Podría decirte muchos, a parte de mi familia, el Tinez, El Arturo y otros muchos.

¿Cuál es el mayor disgusto que te has llevado en los Caballos del Vino?
El peor berrinche que me llevado fue hace tres años, la banda de música que traíamos tuvo un accidente en Alcantarilla y no sabíamos que hacer, estábamos todos preocupados pero como nuestra Stma. Cruz siempre vela por nosotros todo se solucionó, de cada charanga nos dejaron un músico y yo salí toda la mañana del dos de mayo con ellos tocando los platillos. Al final el berrinche se convirtió en alegría y chiste que todos todavía recordamos.

Un deseo.
Que no pase nada, que no haya tantas envidias y que consigamos que nuestros Caballos del Vino sean Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

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