Juan Berbell Marín./ A nadie le satisface que haya una huelga general, porque cuando se convoca una protesta de este tipo es porque ha habido una agresión de una gran envergadura. La agresión ha sido, en este caso, al trabajo y digo al trabajo porque lo que se pretende no es ni más ni menos que precarizar el trabajo en nuestro país mucho mas de lo que ya está (hay que recordar que esta no es la primera reforma laboral que merma los derechos de los trabajadores, sin ir mas lejos el PSOE aprobó una tan dañina como esta hace poco más de un año, a la que se respondió con otra huelga general)
No voy a enumerar en este artículo todos los despropósitos de esta reforma laboral. Desde Izquierda Unida hemos presentado iniciativas en los ayuntamientos explicando lo nefasto de esta medida y hemos defendido en el parlamento que se retirara por ser una norma que perjudica a la gran parte de la población y sólo beneficia a la gran patronal.
Esta reforma laboral va en la misma dirección que las medidas que se vienen tomando en los últimos años, recortar el estado del bienestar (sanidad, educación, pensiones, dependencia…..) y mermar derechos sociales y democráticos conseguidos con luchas en la calle durante los dos siglos anteriores. Todo encaminado a favorecer los intereses de compañías privadas interesadas en el negocio de privatizar servicios públicos
Con tanto recorte en el gasto social y tanto ataque a los derechos laborales, cada día la situación económica va de mal en peor: el desempleo no para de crecer y si seguimos en esta dinámica podemos empeorar todavía más y llegar a una situación desastrosa. El premio Nóbel de economía Paul Krugman ha dicho que “más austeridad” en España puede generar una “catástrofe real”
Que ningún pequeño empresario ni autónomo piense que esta reforma laboral le beneficia, muy al contrario, le perjudica. Cuanto menos capacidad de compra tengan los trabajadores, cuanto más miedo tengan a perder el empelo, cuanto más bajas sean las indemnizaciones por despido y cuanta más inseguridad se tenga en el trabajo, más descenderá el consumo y peor será para el colectivo de pequeños autónomos que cada día verán descender más sus ventas, motivo por el cual sus negocios irán cada día a peor. Hay otras formas de ayudar a los autónomos y a las PYMES: abaratando los tipos de interés y haciendo fluir el crédito (los bancos reciben dinero del BCE al 1% y lo prestan al 6% o más), haciendo leyes que faciliten el cobro a los morosos, reduciendo el precio de los carburantes y de la luz, y sobre todo, que las administraciones públicas les paguen de forma correcta, hay muchas empresas que van de mal en peor por culpa de las deudas con ayuntamientos y comunidades autónomas.
Abaratar el despido no crea empleo, al contrario se destruye más fácilmente. No será culpa de la normativa laboral cuando tenemos en España comunidades autónomas como Euskadi que tienen tres veces menos paro que algunas ciudades andaluzas.
CCOO y UGT han cometido errores y tendrían que ser mas combativos y reivindicativos, somos muchos los que pensamos que nunca deberían haber firmado el “pensionazo” (aunque si hubieran dejado al gobierno hacer a su antojo, quizás hubiera sido peor) toda labor sindical se puede criticar, pero quien no tiene autoridad moral para criticarla es la derecha política y mediática. Que nadie se crea que cuando el Partido Popular y su caverna mediática critica a los sindicatos por convocar la huelga, y no los criticó por firmar el “pensionazo” esta a favor de los trabajadores. La diferencia está clara: nosotros queremos unos sindicatos fuertes y que cumplan con su papel de defender a los trabajadores, los demás quieren eliminarlos y que los sindicatos desaparezcan. Con sus aciertos y sus errores los sindicatos son, han sido y serán la herramienta que tenemos para defender los intereses de los que vivimos de nuestro trabajo, por eso el día 29 de marzo tenemos que ir a la huelga general todos juntos, ese día defendemos los intereses de la mayoría de la población española, no los intereses de los sindicatos. Además de CCOO y UGT la inmensa mayoría de sindicatos de clase (CGT, USO, CNT. LA INTERSINDICAL …….) convocan la huelga. También el movimiento 15M y DRY apoyan la convocatoria.
Esta reforma laboral es criticada, no solamente por las centrales sindicales, además se han sumado a la crítica y la huelga general distintos colectivos sociales, partidos políticos, organizaciones de consumidores (FACUA), incluso asociaciones cristianas de base como Juventud Obrera Cristiana y Hermandad Obrera de Acción Católica. Estas dos organizaciones cristianas han difundido un comunicado conjunto que, entre otras cosas dicen: “En definitiva, han profundizado en el trabajo precario y en el empobrecimiento de las familias trabajadoras. Un ejemplo lo tenemos en los años de crecimiento económico anteriores a la actual crisis: aún creándose riqueza y empleo, estos no sirvieron para disminuir la pobreza en nuestro país.”
Y terminan su comunicado diciendo: “También instamos a los partidos políticos a corregir y reorientar, en el proceso parlamentario, esta reforma laboral poniendo en el centro de la misma el trabajo decente y con derechos y, al mismo tiempo, animamos a participar en las iniciativas y movilizaciones que se convoquen por parte de las organizaciones eclesiales, sociales y sindicales que ayuden a tomar conciencia y revertir esta situación tan lesiva para las personas trabajadoras y sus familias.” Como era de esperar la jerarquía eclesiástica, con Rouco Varela a la cabeza, ha desautorizado a estas asociaciones de base.
No somos las trabajadoras y los trabajadores de este país los responsables de esta situación económica, por eso no debemos ser nosotros quien paguemos las consecuencias. Los culpables han sido los bancos, los especuladores (inmobiliarios y financieros), la corrupción generalizada y los gobiernos que los han amparado antes y ahora a unos y a otros.
Alguien desde el desánimo puede pensar que un día de huelga no sirve para nada. Pero un día es el principio de una lucha contra un ataque frontal a derechos fundamentales (recordemos que podemos estar ante una reforma anticonstitucional) Esta lucha se puede perder y se puede ganar, pero de una cosa si hay que estar seguros: jamás se ganará si no la planteamos.
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