María del Carmen Sánchez Reina fue la segunda reina cristiana, en los años 1962 a 1964 inclusive, donde reinó junto a Juan Aznar.
Por Morety./ Mujer muy tímida y reservada la que nos abre las puertas de su casa, donde se encuentra su esposo José Robles Sabatell (Pepito del Hotel Victoria, que por cierto también es festero puesto que es uno de los diez que fundaron los Templarios y el primero que luchó su bandera con la de Abul Khatar y que era portada por Manolo Mane). También se encuentra su único hijo, Javier, y con agrado comenzamos a trasladarnos a mediados del siglo pasado…
Ella contaba con dieciocho años de edad y su buena amiga, que siempre ha estado junto a ella, María Teresa, hermana de Rosendo López Bols fue la cómplice para que saliera de reina cristiana ya que pasó lo siguiente: «vente que vamos a la casa de Mario Moreno (Hermano Mayor) que nos van a dar una invitación para que postulemos, fuimos, y yo ignorante me presentaron a los que allí se encontraban, pero claro, fue para echarme el ojo. A los pocos días se presentó el Bando Cristiano en mi casa y se lo propusieron a mis padres, que en un principio quedaron sorprendidos y asustados, tuvieron que visitarnos tres veces para que mi padre accediera a los ruegos de mi madre y hermana que le empezaron a decir que dijera; “que sí, que sí, di que sí” total que mi padre asintió diciendo “bueno, lo hago por la Santísima Cruz ”», esto a menos de dos meses del mes mayo. Al día siguiente se pusieron manos a la obra ya que apremiaba. De presidente estaba Manolo Elbal, Perico el Alto fue quien le realizó el diseño de las ropas, las cuales se realizaron en la propia casa, ayudadas por una modista y la familia Elum fue la que dirigió todos los bordados. El traje era blanco con pedrería y la capa azul, que se terminó en su totalidad el segundo año puesto que en el primero no dio tiempo, también sacó un segundo traje azul pálido y blanco siendo la misma capa para los tres años. Mari Carmen denomina los trajes de sencillos pero muy elegantes.
Los caballos se buscaban por los campos ya que los que había eran de labor, no como ahora que se encuentra lo que uno busca y podríamos decir que casi sin domar, el primer y segundo año salió con un caballos castaño, aunque ella tenía la ilusión de salir con uno blanco, lo cual su padre consiguió para su ultimo año de reinado, era totalmente blanco. La enseñaron a montar “Los Gambas”, aunque los caballos que montaba los buscaba su propia familia, tenían que hacerse cargo de su trasporte, cuadra y manutención los días que los tuviera y claro alguna gracia económica por dejárselo.
Cuando le preguntamos de cómo vivió este periodo de su vida le cambia la cara y el habla y, mirando hacia la lámpara, se traslada cincuenta años atrás, «con mucha ilusión, como un cuento de hadas, porque para mí era impensable, no te lo puedes imaginar, el ser Reina Cristiana, es eso, como un cuento donde todo el mundo te agasaja, te mira, te obsequia aunque sea con un piropo, todo nuevo, todo el mundo pendiente de ti…»
Guarda en el recuerdo con mayor intensidad de entre todos aquellos momentos vividos el día de su presentación, así nos lo relata con humildad y sencillez: «mi presentación y coronación fue en el Castillo y me entregaron un ramo de flores que me hizo una gran ilusión, porque hoy en día no se le da importancia, pero entonces si lo era, ¡un ramo de flores para mí, que ilusión! Tras la coronación nos fuimos al Dulcinea donde se dio un chocolate y se me presentó en sociedad. Yo, que era muy vergonzosa y no se como me salieron las palabras, solo di las gracias a los presentes y al Bando Cristiano, diciéndoles que intentaría engrandecer las fiestas en lo que me fuera posible, saliendo muy airosa, aunque también recuerdo que cuando me levanté mi padre se puso muy nervioso y se echó las manos a la cabeza como diciendo esto no me lo creo, que con lo vergonzosa que es mi hija y que hable en público»
Cuando desfiló el primer año nos apunta que fue muy bonito, ya que cuando iba por la calle la gente salía por las esquinas para verla y oía que los murmullos eran positivos, claro entonces no era como hoy, cuando fallecía un familiar el luto que se guarda era llevado incluso durantes años, y finalizadas las fiestas le decían « te he visto, no podía pasar sin verte y como sabes que ha fallecido… me asomé a la esquina, ibas guapísima», tampoco había tribunas y la gente salía a la calle por donde se pasaba, en la Gran Vía se llevaban sus propias silla la gente y otras se colocaban el día cuatro si acaso.
Al comentarle como trascurrían los actos, nos dice que: «Era muy emocionante, antes los reyes llevábamos nuestra corte de damas, de bufones…, era muy diferente a hoy en día, mucho más sencillas, donde se saboreaba cada momento y además se improvisaba en ciertas cosas, esto las hacía mas de ensueño». Recordaba lo bien que se portaron los Aragoneses, que son los que la acompañaban en casi todo momento, ya que pasaban no solo a recogerla antes de los actos sino que también al finalizar la acompañaban a su casa, pero era porque había «chupitos» y se desvivían por ir con ella. Todo fue un sueño, en que uno de los personajes principales era ella y donde la vergüenza se supera, te sientes importante y orgullosa, aunque con humildad.
Tras los desfiles, cuando llegaban a su casa, su padre y el rey cristiano formaban unas tertulias durante bastantes horas, ya que los dos eran bastantes intelectuales, yo mientras me cambiaba de ropa, salía y entraba de mi casa y ellos seguían de charla. Había tiempo para todo, se analizaba de cómo había transcurrido el día, de que se podía mejorar, de lo que se haría para el próximo año, total lo que a todo festero le gusta y hace en esas fechas. Mari Carmen habla de su padre con gran sentimiento, ya que dice que le tenía mucho respeto y cariño, que nunca la dejaba de la mano, que lo recuerda en todos los desfiles a su lado, pendiente de lo que necesitase y que lo que quería, siempre, siempre, intentaba conseguírselo.
También recuerda las rifas que se realizaban y en las que participaba para poder en cierta parte sufragar los gastos, así como en obras de teatro que realizaban el grupo de los Caballeros de San Juan, representando a Katiuska y Luisa Fernanda, obra que incluso llegaron a representar en Abarán consiguiendo el primer premio.
Para Mari Carmen aquellas fiestas eran más ricas, recuerda los bailes al aire libre en la antigua lonja donde también disponían de mesas reservadas, personalmente le gusta más la sencillez ya que en ella se encuentra la grandeza, eso sí, sin desmerecer el auge que tienen las fiestas de hoy, piensa que se saboreaba mucho más, se disponía de más tiempo para todo, aunque también participaba menos gente, pero en su sencillez eran más grandes, ahora es todo lo contrario mucha grandeza y poca sencillez, todo era novedad, cualquier cosa como he dicho anteriormente era muy grande, incluso un ramo de rosas.
Siempre nos dice que llevara en su recuerdo ese reinado, que se ve año tras año al ver pasar los reyes por su lado, fijándose en todos los detalles, al igual que en su día. Espera que esto vaya a más, dando la gracias a todas las personas que hicieron posible aquel sueño de princesas, estén don estén.
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