La diputada de Cultura, Ikerne Badiola, y el poeta Miguel Sánchez-Robles. :: LUSA |
«La lluvia amansa el alma. La lluvia sabe amansar porque la lluvia cae y nosotros estamos. Es así de sencillo. Casi misericordia. Misericordia azul», recitaba ayer el poeta murciano Miguel Sánchez-Robles (Caravaca de la Cruz , 1957), recordando a su padre. El catedrático de Geografía e Historia, autor de una docena de poemarios, dos novelas y dos libros de relatos, recibió ayer el I Premio de Poesía Internacional Gabriel Celaya por su obra 'Treinta maneras de mirar la lluvia', que otorga la Diputación de Gipuzkoa con motivo de celebrarse el pasado año el centenario del nacimiento del poeta de Hernani.
La diputada de Cultura, Juventud y Deportes, Ikerne Badiola, fue la encargada de entregar el premio al poeta murciano en el Koldo Mitxelena donostiarra.
Miguel Sánchez -que ha recibido numerosos premios en su carrera literaria- recordó que hace 20 años estuvo en Irun recibiendo el galardón de poesía que otorga la ciudad fronteriza, con un jurado en el que estaba José Hierro. «Me ha hecho una enorme ilusión volver a Gipuzkoa para recibir en esta ocasión el Premio Gabriel Celaya, un poeta que tuvo siempre un compromiso vital con todo lo que le rodeaba y que tenía mucha profundidad en sus versos y en sus escritos. Eso es lo que más admiro de él».
Volviendo a su último poemario destacó que «nada como la lluvia sabe mejor decirnos que el Universo es el alma de un gigante desorientado. La lluvia, ese sentimiento que se parece tanto a la melancolía de existir, al desamparo dulce, a la ansiedad cumplida y a la felicidad de estar triste o algo así. La lluvia que nos educa como a criaturas que no saben vivir dentro de una pecera».
Cosas humildes
Indicó, que a pesar de vivir en Murcia -donde la lluvia no es muy habitual- «hace dos años tuvimos una larga temporada de aguaceros y así surgió este poemario». Precisó que la lluvia «nos mete cosas humildes en la cabeza. A veces es mejor mirar la lluvia que soñar. A veces creo que los mendigos y la lluvia son la misma cosa. Incluso que la lluvia y un ciego que mastica chicle todas las mañanas en la puerta de Mercadona son la misma cosa. Incluso que los ancianos que viven en pisos sin ascensor y comen yogures caducados son la misma cosa. Algunas veces he dejado todo lo que estaba haciendo para mirar la lluvia..., siempre la miro con ese sentimiento de quien va a una iglesia. Y siempre asocio la lluvia a una vena abierta. Y entonces, siento mucha ternura por todo lo que veo y amo todas las cosas que siempre serán charco».
El jurado que ha otorgado el premio Gabriel Celaya ha estado compuesto por Elena Román, José María Parreño, Carlos Aurtenetxe y Félix Maraña y ha destacado «la viveza de la percepción del mundo y la alta precisión de la palabra del escritor murciano».
El galardón está dotado con 10.000 euros y una obra de arte de Leopoldo Ferrán.
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