Cada último domingo de enero, en Barranda se propicia un nuevo esquema de fiesta tradicional, en el que se rompe el el binomio actor-espectador para una mayor participación del público asistente. De este modo, los músicos y bailadores realizan sus piezas "a pie de calle", entre la gente, haciendo participe a todo el público asistente que lo desee. Todo el mundo es libre de "echarse un baile" con los músicos, e incluso de acompañar a los mismos, convirtiéndose así en parte activa de la fiesta.
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