Enrique Soler./ Como cada 30 de abril se repetirá la historia, la ciudad verá vencida la partida de la cotidianidad para explotar de jubilo, las serenas calles del Hoyo se convertirán por unas horas en un verdadero hervidero popular, que se consumará en la mañana del día 1 con la primera y ojerosa visita a la explanada de ¡Mayo ya esta aquí!, y poco me importa el tiempo y su predicción, sé que pase lo que pase, los caballos correrán las cuesta, la bandeja de rosas, que las puras manos de las madres Claras han preparado en el silencio y la oración de su clausura, será convertida por el Hermano Mayor en bandeja de deseos y plegarias, para ser finalmente postrada por nuestro Alcalde a los pies de la Cruz de Cristo, y digo bien nuestro Alcalde, porque él volverá a pedir por todos sin excepción: “No dejes solo al que esta solo, ni triste al que esta triste”.
Con lluvia, con nieve, con más dinero o con menos, hay una cosa que se cumple a pies juntillas, cuando el reloj de la iglesia mayor marque las nueve en punto de la noche del 2 de mayo, nuestra patrona cruzará el umbral de su Alcázar para iniciar la bajada.
A los presentes y a los ausentes ¡Felices Fiestas!

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