ENRIQUE SOLER La tradicional fiesta de los Santos Inocentes volvió a llenar las calles de Caravaca de la Cruz de música y colorido. Por un día el primer edil de la ciudad, Domingo Aranda, cedía el bastón de mando al Alcalde de Inocentes, que este año fue Juan Manuel Ruiz, quien en su discurso de investidura prometió que el poder no cambiará su carácter sencillo, «porque aunque no me veáis tras los cristales ahumados de mi limusina, yo os estaré siempre saludando», expresó el Alcalde de Inocentes por un día, que para custodiar su buen hacer de la jornada tuvo como Inocente al historiador Gregorio Sánchez.
Tras la investidura en el salón de plenos, se celebró en la Iglesia Mayor de El Salvador el pleito entre Ánimas y Demonios. Una vez leído el Bando de Animas, la comitiva al completo recorrió las calles de Caravaca multando a todo viandante que se cruzaba en su camino. Las multas se pusieron por varios motivos; por respirar con los pulmones; por andar con los pies; o como al propio Domingo Aranda, por llamarse Domingo y ser sábado. Nadie se escapó de las multas, ni siquiera la jueza Caravaqueña camino a su enlace matrimonial. La causa mereció la pena, todo lo recaudado irá destinado a Proyecto Hombre de Caravaca. La fiesta terminó por la noche con la quema de Herodes.
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